Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.
Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar;
aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia.
Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo.
Dios está en medio de la ciudad; por eso, la ciudad no será conmovida; ya en la mañana Dios le brinda su ayuda.
Braman las naciones, se tambalean los reinos,
pero Dios habla y la tierra se derrite. ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!
Salmos 46:1-7 – RVC