Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: —¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!
Lucas 14:13-15 – NVI
Después de un año y de los peligros que conllevaría la llamada epidemia del 2020, regresé a los servicios de la Iglesia local.
Los jóvenes del coro entonaban diferentes himnos y la unción se dejaba sentir en cada uno de las personas allí presente. Para mi, nada se compara a poder sentir y experimentar la presencia De Dios.
El versículo anterior relata una historia. Se trata de un señor importante quien hizo un banquete e invitó a muchas personas. Nadie quiso ir, porque cada uno estaba ocupado. Así que mandó a sus criados a invitar a todos aquellos que por una razón u otra estaban en desventaja. Unos cojos otros ciegos y posiblemente por no tener recursos económicos o no pertenecer a una clase social alta no habían sido invitados la primera vez.
Algo así hace nuestro Dios. El no se fija en tu necesidad. Puede que estés en desventaja económica a otras personas o puede que no. Puede que sufras algún mal. Puede que estés enfermo o te sientas sin rumbo.
Pero la buena noticia es que existe un Dios amoroso con sus manos extendidas y te invita a su mesa. Allí podrás experimentar el gozo de un Dios vivo.
Muchas bendiciones!