Hace un domingo atrás sentí en mi interior al espíritu gemir y decir “hay mi iglesia, mi iglesia”.
El apóstol Pablo en su carta a los Corintios enseña que según él cargo o posición que Dios te ha permitido ejercer eres colaborador de Dios para su reino.
1 Corintios 3: 3-11. Pues mientras haya entre ustedes celos, contiendas y divisiones, serán gente carnal y vivirán según criterios humanos.
Y es que cuando alguien dice: «Yo ciertamente soy de Pablo»; y el otro: «Yo soy de Apolos», ¿acaso no son gente carnal?
Después de todo, ¿quién es Pablo, y quién es Apolos? Sólo servidores por medio de los cuales ustedes han creído, según lo que a cada uno le concedió el Señor.
Yo sembré, y Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Así que ni el que siembra ni el que riega son algo, sino Dios, que da el crecimiento.
Y tanto el que siembra como el que riega son iguales, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, mientras que otro sigue construyendo encima, pero cada uno debe tener cuidado de cómo sobreedifica.
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Yeshua.
EDIFICA
Enderezar el camino de otros empezando por el propio.
Dios es el que capacita, comisiona y envía. Y a él darás cuenta.
Identificar las necesidades del pueblo.
Fortalecer las áreas débiles, las de otros y las propias.
Imitar a nuestro maestro Yeshua y a él oíd.
Cubrir al necesitado,débil y desnudo. Cubrirlo no descubrirlo.
Ayudar a otros a crecer. En la medida que otros crezcan, tu crecerás igualmente.
Bendiciones!