Job fue un hombre justo y próspero. Pero le llegó el día de que Dios lo probara.
Después de pasar un tiempo en que lo había perdido todo y haber escuchado a sus amigos. Solo quedaba esperar a lo que le dijera Dios.
No fue fácil para Job salir de su situación. En su enojo se atrevió a desafiar e interrogar a Dios. Pero llegó a la conclusión de que nada sucede si no es él que lo permite. Y así le contestó a Dios.
«Yo sé bien que todo lo puedes, que no hay nada que tú no puedas realizar. Preguntaste: “¿Quién se atreve a oscurecer mis designios, con palabras carentes de sentido?” Yo fui ese atrevido, que habló sin entender; ¡grandes son tus maravillas! ¡Son cosas que no alcanzo a comprender!
Job 42:2-3 – RVC
En cualquier situación que podamos estar atravesando en este momento. Ahora le toca a Dios. Dejémosle hablar a él.
Bendiciones!